5 de diciembre de 2014

Entre las dos






Tomás, con sus tres años recién cumplidos, llegó un día del jardín con la cara medio sucia y le dijo a su mamá: “Me voy a lavar la cara solito”. La mamá le sonrió.
Entró al baño, se acercó a la pileta y, como no llegaba, agarró un banquito para estar más alto. Abrió la canilla y se lavó con una mano, pero no tuvo suerte. Probó con la otra y tampoco lo logró. Entonces llamó a su mamá para que le lavara la cara. La madre le dijo que  él lo podía hacer solo. Tomás le preguntó cómo. “Vos lo vas a descubrir, probá”. Tomás pensó y pensó y, de pronto, se le ocurrió lavar una mano con la otra y las dos juntas llevarlas a la cara y lavarla bien. ¡La satisfacción que tuvo cuando lo logró! Pegó un grito de alegría y se  lo contó a su mamá que se puso muy contenta: “¿Viste?, le dijo, “y lo descubriste vos solo. Te felicito”.
Pequeños grandes logros. Una mano lava la otra y entre las dos lavan la cara.

¡Gracias, Maricel e Inés, por la mano que me dieron! Y muchas felicidades para el año que se aproxima. Flavia